lunes, 16 de julio de 2018

¿Por qué la verdad ya no sirve para ser escuchado?

Nietzsche reflexiona en alguno de sus aforismos: una conversación entre dos personas son dos monólogos con interrupciones más o menos pacientes. ¿Pero no se habrá quedado corto en la descripción de la práctica de la comunicación en redes sociales?, pues se parece más a un monólogo entre n personas que ni siquiera hablan de lo mismo. Es fácil engañarnos, creer que dialogamos, cuando en verdad se trata de una parvada de monólogos que desde lejos, y sólo desde lejos parece que es un diálogo. Pareciera que tenemos mucha prisa (virtud posmoderna) por ser escuchados, pero no por escuchar. 

La ironía se aprecia mejor cuando ante un tercero que observa, el monólogo (polifónico) aparece como un diálogo. De tal manera que ante la frustración, el recurso es volverse observador, por lo menos así parecerá un diálogo entre el contemplador y su objeto.

Creo que siempre hemos buscado ser escuchados, pero la condición digital-posmoderna es la saturación de información, nos convertimos en ruido. La respuesta natural es gritar para sobresalir, pero eso a nivel colectivo sólo empeora las cosas. Eventualmente concluímos que la verdad no sirve para ser escuchado, entonces recurrimos a herramientas retóricas que confunden los mensajes. Como resultado tenemos un ecosistema social digital ininteligible, en donde la diferencia entre hechos y ficciones es el impacto que nos provocan, todo se convierte en un artefacto para llamar la atención. Es así como entendemos por qué las mentiras se propagan más rápido, pues proveen más novedad que los hechos.

Por otro lado, nuestras capacidades cognitivas no han cambiado mucho. No podemos procesar toda la información que recibimos a través de los canales digitales, nos sobrepasa. Es una ilusión creer que somos escuchados por más personas a través de la red social. Seguramente esto es cierto si las “personas” son máquinas, o se comportan como tales (aquellas que sólo oyen y no escuchan).

Los mensajes se hacen más consumibles para compensar la carencia de atención, creando así la ilusión de entendimiento entre sus consumidores, lo mismo con los alimentos azucarados. Como muchos desconocen el objeto / fenómeno multidimensional fuera de la pantalla, es fácil que el entendimiento de baja resolución lo sustituya. La compresión de información es tan transparente que parece que los símbolos se materializan y las metáforas se refieren a eventos concretos.

Es claro que Nietzsche no se refería al fenómeno social digital, sin embargo ilumina el carácter ficticio de nuestras representaciones e interacciones: Todo este mundo que a nosotros nos afecta y en el cual tienen sus raíces nuestras necesidades… lo hemos creado nosotros, los seres humanos, y lo hemos olvidado hasta el punto de imaginar luego un creador de todo esto. Más adelante afirmará que las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son. Análogamente olvidamos que lo que publicamos es un mero artefacto para llamar la atención. 

Finalmente, entender a Nieztsche requiere lecturas en diferentes niveles, pues la misma cita puede utilizarse para desafiar el dualismo objeto-sujeto, razón-instinto, verdad-vida, interprete-interpretado de la modernidad. El posmodernismo pretende la disolución de dichas dualidades. Sin embargo, aunque cada vez tenemos mejores artefactos para discernir el mundo, irónicamente se equiparan a nuestra capacidad de engañarnos. Queda como reflexión para el lector pensar la respuesta a los retos de la comunicación y la ciencia; los factores que impulsan la coevolución de las sociedades y sus artefactos.

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