martes, 3 de enero de 2017

La idea de dios como síntesis del progreso

Síntesis y progreso


¿Alguna vez has pensado en un dios, pero no como creador/deidad universal, sino como concepto, es decir como síntesis en donde concuerda lo que ES con lo que queremos que sea, es decir el DEBER SER?

Si vemos a dios como un ser supremo nos oponemos a la libertad moral, subordinamos el deber ser a un modelo trascendente. Las consecuencias de esto es que el mundo queda subordinado a lo que un poder superior determine. Entonces nuestra voluntad moral corre peligro, porque no somos nosotros los que decidimos qué hacer. ¿Pero acaso no estamos subordinados a la causalidad del universo, esas "leyes" materiales que rigen todo proceso?




Dios, según Kant es la unidad sintética en donde aquello que debe ser (desde la libertad de la consciencia moral), concuerda con lo que es. En otras palabras, lo que es bueno existe, y no sólo debe existir. Pero esto nos lleva a un conflicto interesante. La problemática de ver  a la historia como una progresión hacia lo bueno que existe. ¿Cómo estamos seguros de que la historia no es una imposición de un órden, cuando en realidad lo que describe la historia es nómada (jamás se asienta o se centraliza en torno a un fin) , como plantea Deleuze? Existe esta idea de explicar la historia de acuerdo al progreso. Un progreso justificado por la voluntad moral, que persigue el control de la naturaleza a través del conocimiento científico. Aquí yace la inspiración de la tecnología.

La idea kantiana de dios entonces propone una síntesis de toda transición, de todo progreso. Es el límite de una serie compleja de eventos que converge cuando "n" tiende al infinito. Es compleja, porque su parte real es la acción efectiva (física) y la voluntad moral su parte imaginaria (metafísica). Esta síntesis a su vez propone un punto en el cuál los seres humanos ya no necesitarán ejercer más acción en el mundo terrenal, pues ya lo que DEBE SER, ES. En las palabras de Manuel García Morente:

"Dios es aquel ente metafísico en donde la más plena realidad está unida a la más plena idealidad; en donde no hay la más mínima divergencia entre lo que se considera bueno, pero no existente y lo que se considera existente".




Sin el concepto de dios la humanidad no podría reconciliar aquello que debe ser con lo que es actualmente. Por lo tanto el concepto de dios tiene un orígen interesante, pues es el resultado de la tragedia humana: la crísis de la voluntad que puede valorar infinitamente pero no controlar todo lo que le acontece. Creo que Sartre lo expresa mejor que yo: "El hombre es una pasión inútil".

Pero no hay que confundir al dios como concepto o síntesis del progreso. Ni suponer que sólo hay una síntesis o suma de progresos posible. En todo caso (quiero pensar) dios es un rizoma, es la expresión de la multiplicidad de fines, no UNA unidad jerárquica. Tal confusión es el motor de las guerras "santas" de la modernidad: El oriente contra el occidente. Es una omisión tal vez no inocente y accidental sino producto de la sed de poder y control del ser humano (motivada por el miedo, por ser pasión inútil).


La idea de progreso en la tecnología


Kant culmina su obra maestra, La Crítica de la Razón Pura, estableciendo la primacía de la Razón Práctica (consciencia moral), sobre la Razón Pura (conocimiento del mundo, ciencia). Pues el conocimiento del mundo en sí mismo no contiene una dirección, un DEBER SER, sino que solamente muestra las categorías (relaciones causales, composición, propiedades) de los objetos que estudia. Por otro lado la Razón Práctica es el ejercicio de la voluntad autónoma; da dirección al conocimiento. La Razón Práctica implica la toma de decisiones de acuerdo a un fin. La Razón Práctica es la respuesta humana a los imperativos que se le proponen:  ¿Qué debo hacer?, ¿Cómo debo actuar?, ¿Por qué debo actuar así?. De tal manera que una acción puede ser descompuesta en forma y materia. Siendo la forma el porqué de la acción (reflexión) y la materia su efecto (lo que se hace).

Entonces podemos concebir a la Razón Pura, o teórica como el esfuerzo por conocer lo que acontece, y a la Razón Práctica como la respuesta voluntaria del ser humano a lo que acontece. Cabe mencionar que en esta voluntad se encuentra contenido un deseo de convertir lo que ES en lo que DEBE SER. Es tal la inspiración de la tecnología.





La tecnología persigue, desde su concepción más amplia, la facilitación de la adaptación al medio ambiente y la satisfacción de las necesidades esenciales y los deseos de la humanidad. En los deseos de la humanidad yace el DEBER SER. Es aquí en donde el concepto de dios como síntesis comienza a esclarecerse. Pues la tecnología es un impulso por minimizar la brecha entre una condición ideal y una real (de la forma más óptima con los recursos disponibles), y es a la vez la aplicación de la Razón Pura de acuerdo a la Razón Práctica.

La idea de progreso está presente en la metafísica porque supone una transición del SER al DEBER SER. Es decir que la consciencia moral o Razón Práctica del hombre busca materializar un DEBER SER particular a través de la Razón Pura (Conocimiento científico-tecnológico), que es el conocimiento del SER así como sus posibles transformaciones.


Conclusión


¿Qué ocurre si el SER ya existe como es y no puede llegar a ser lo que persigue el DEBER SER humano? La idea de dios como síntesis imposible de estos dos términos permea toda la actividad humana. Esta idea está presente no sólo como núcleo de las religiones que buscan superar la determinación de los fenómenos físicos sobre la consciencia moral (a través de la Fe), sino como la inspiración de la ciencia por aproximarse mejor al mundo y el esfuerzo de la tecnología por materializar cada vez más mejores condiciones para los seres humanos. La idea de dios en este sentido sintético, implica que en cierto momento el ser humano llegará al final de la serie infinita, y esto a su vez significa que la serie es convergente. ¿Pero entonces cuál es el verdadero dios? ¿Qué ocurriría si la serie converge a una función periódica, a una onda compleja? ¿En qué punto estamos si no converge, o si la convergencia es múltiple (no-convergencia, comportamiento rizomático)? ¿Y si la serie converge a un imaginario? 







domingo, 1 de enero de 2017

Meditaciones sobre la totalización en la física y la metafísica


La condición de objetividad es la impresión de una categoría o forma a priori a una percepción sensible. Esta misma condición está presente en todo conocimiento y se encuentra en la relación objeto-sujeto cognoscente. 
La metafísica es imposible como conocimiento científico, pero sólo como conocimiento científico (porque viola la condición de posibilidad de conocimiento acerca del uso de las categorías del juicio determinadas por la lógica formal sobre las percepciones sensibles). Sin embargo pueden existir otras rutas no científicas o cognoscitivas que nos lleven a lo que plantea la metafísica, el ser en sí, removido de la relación de conocimiento objeto-sujeto cognoscente. En otras palabras los científicos no pueden sentirse autorizados para refutar la metafísica, sino solamente todo conocimiento científico que se base en lo suprasensible. 


¿Entonces hasta qué punto la actitud de un ateo es sensata? dado que La Crítica de la Razón pura muestra que la metafísica que por otras vías se haga no puede ser refutada por la ciencia, o por la razón raciocinante, dado que cualquier refutación violaría las condiciones de conocimiento, además de carecer de experiencia sensible en donde aplicar dichas categorías. Entonces cualquier negación explícita de la metafísica yace fuera de la ciencia. 

Sin embargo los ateos usan la ciencia para refutar a la metafísica, cuando esto es una tarea fuera de su alcance, su visión es generalmente totalizante, al igual que la de un religioso fundamentalista. ¿No es más sensata la postura agnóstica? ¿O es que los ateos optan, impulsados por el pragmatismo y cierto positivismo, por generalizar el conocimiento científico a toda la actividad posible de la consciencia humana, sin tomar en cuenta el riesgo que esto implica? La metafísica comprende el estudio de aquello que es en sí mismo. Lo que no puede ser accedido por una relación de conocimiento, lo que elude a las categorías lógicas aplicadas a la experiencia sensible, la objetividad. Es decir, comprende todo lo que subyace aquello que llamamos real (siendo lo real cualquier cosa capaz de ser sujeto de juicios o afirmaciones): dios, el universo como totalidad existente, el alma, la libertad y la voluntad.





En todo caso no se trata de usar la metafísica para explicar la totalidad del mundo (siendo religiosos fundamentalistas), sino de considerarla como un subconjunto de la complejidad humana (en todas sus dimensiones), al igual que la ciencia. El riesgo de reducir toda la experiencia humana al conocimiento científico es inconmensurable. Ya tenemos pruebas en el reduccionismo sociológico y el positivismo.


Reflexionemos, tanto la ciencia como la religión en ocasiones tienden a ser totalizantes: La ciencia lo fue en el positivismo hasta que se topó con la teoría del caos, y el universo probabilístico de la física cuántica, y la religión en el fundamentalismo, que no pudo dar cuenta sobre la diversidad de rituales en el mundo ¿Cuál es el verdadero dios? ¿Por qué no aceptar un punto medio y reconciliar la riqueza de ambos dominios para el bien del ser humano? Después de todo hay metafísica allende la religión, en los misterios más intrigantes de la humanidad: la experiencia consciente, la voluntad, el amor...


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La totalización es una tentación por llegar a las grandes síntesis universales, esas ilusiones que pretenden erradicar el misterio, y dar descanso a la razón a partir de la necesidad de lo incondicionado (v.g. el origen último de las causas y efectos: la búsqueda de un objeto que cause pero que no sea causado).

Hay más que metafísica, hay más que ciencia... Más allá de lo posible. Pensemos en la posibilidad.